Cualquier destrucción nos afecta y valoramos el patrimonio físico, justamente porque es eso, patrimonio, por lo que implica, porque aunque refleje fanatismo, dolor o muerte, está investido con la historia de la humanidad.
Y cada pieza de este patrimonio es irreemplazable, y no podemos contrastarla con nada. Si pensamos todas las piezas culturales que se perdieron en la guerra, mientras el objetivo era matar y destruir, Notre Dame, surge como un icono de paz, algo rescatado y cuidado para todos, por eso apena su destrucción.
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