Así como entrar a una iglesia no es suficiente para practicar turismo religioso, tampoco lo es comer, el turismo gastronómico: “es un tipo de turismo que va más allá del acto de alimentarse, implica llevar a su máximo exponente todos los sentidos gracias a una práctica culinaria” (Ledhesma, 2016, p. 25).
Todos comemos cuando nos vamos de vacaciones, y no por ello estamos ejercitando el turismo gastronómico. Este es un tipo de turista que viaja con el motivo principal de conocer y experimentar nuevos sabores, nuevos aromas, nuevas texturas, nuevos ingredientes, nuevas recetas, historias y rituales culinarios. Son sujetos que no se conforman con saciar su hambre sino que intentan descubrir un mundo detrás de la comida y las bebidas.
Miguel Ledhesma
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