Cuando el turismo atenta contra la libertad de prensa
- Foro Periodismo Turístico
- 6 may
- 3 Min. de lectura
En un mundo interconectado donde el viaje se ha convertido en sinónimo de deseo, evasión o negocio, el sector turístico ha alcanzado una visibilidad sin precedentes. Sin embargo, detrás de las postales idílicas y los discursos de desarrollo sustentable, se esconde una realidad poco explorada: el turismo, como sector, también es un agente silencioso en el deterioro global de la libertad de prensa.
Un silencio bien patrocinado
En una época marcada por la crisis de los medios tradicionales, el sector turístico se ha convertido en uno de los principales anunciantes del planeta. Pero en lugar de contribuir al sostenimiento del periodismo independiente, gran parte de esos recursos publicitarios han migrado hacia plataformas digitales dominadas por algoritmos, redes sociales e influencers sin formación periodística.
Este desvío de inversión no es neutral. Con cada campaña destinada a creadores de contenido sin compromiso editorial ni ética informativa, se debilita la posibilidad de que existan reportajes críticos sobre temas sensibles: la explotación laboral en destinos turísticos, el desplazamiento de comunidades locales, la gentrificación disfrazada de “puesta en valor”, o incluso el impacto ambiental de modelos de turismo masivo.
El riesgo de cuestionar al anfitrión
En muchos países, los periodistas que intentan cubrir temas incómodos relacionados con el turismo enfrentan represalias. Desde la censura encubierta en medios dependientes de la pauta oficial, hasta la exclusión de eventos, viajes o coberturas organizadas por entes turísticos. Criticar un destino es, en ocasiones, equivalente a romper un pacto de silencio que muchos medios han firmado, aunque sea implícitamente, a cambio de sobrevivencia económica.
Esto genera una paradoja peligrosa: los comunicadores de turismo son incentivados a promocionar sin cuestionar, a celebrar sin investigar, a contar lo hermoso sin revelar lo problemático. Así, el periodismo de viajes, que alguna vez supo ser una herramienta para visibilizar injusticias y conectar culturas con mirada crítica, corre el riesgo de diluirse en marketing disfrazado de crónica.
Influencers vs. periodistas: ¿Libertad o algoritmos?
El auge de influencers de viaje ha creado una falsa ilusión de democratización de la comunicación turística. Si bien muchas de estas voces aportan frescura y cercanía, la mayoría trabaja bajo lógicas algorítmicas y contratos de patrocinio que imponen filtros sobre lo que puede o no ser mostrado.
A diferencia de los periodistas, cuyo oficio demanda verificación, contexto y compromiso con el interés público, los influencers responden a métricas de engagement y, muchas veces, a marcas que editan el discurso de antemano. El resultado: una narrativa homogénea, aspiracional y desvinculada de los conflictos reales que atraviesan muchos destinos.
Concentración, autocensura y desinformación
El sector turístico, especialmente en destinos donde la economía depende casi exclusivamente del flujo de visitantes, tiende a ejercer un poder desmedido sobre los relatos que circulan. Esta influencia se manifiesta en tres formas principales:
1. Concentración de medios especializados: muchas publicaciones de viajes han sido absorbidas por conglomerados que priorizan el lucro por sobre la independencia editorial.
2. Autocensura sistemática: periodistas y comunicadores evitan abordar temas críticos por temor a perder contratos, invitaciones o patrocinios.
3. Normalización de la desinformación: al no contar con medios fiscalizadores, muchos actores del turismo promueven cifras infladas, relatos edulcorados o directamente falsos, sin contraparte periodística que los cuestione.
Una llamada global a la ética turística
La libertad de prensa no es solo un problema de redacciones en crisis o reporteros perseguidos. También es un asunto que interpela a todo ecosistema comunicacional, incluido el turismo. El sector no puede seguir funcionando como una burbuja promocional ajena a las tensiones políticas, sociales y culturales que atraviesan los territorios que explora o explota.
Por eso, urge una reflexión colectiva entre periodistas turísticos, medios especializados, entes oficiales y empresas del sector: ¿qué turismo queremos comunicar? ¿Qué tipo de voz queremos darle al territorio, a sus pobladores, a sus luchas? ¿Y qué espacio estamos dispuestos a dar a quienes aún creen en el periodismo como herramienta de transformación y no solo como decorado?
Hacia un nuevo pacto narrativo
Defender la libertad de prensa en turismo no es solo permitir la crítica. Es financiarla. Es invitar a periodistas con compromiso ético. Es garantizar que en los foros del sector también se escuche a quienes disienten. Y es reconocer que el turismo, como sector, tiene una enorme deuda con la información veraz, plural y libre.
Solo así, el viaje volverá a ser una posibilidad de encuentro profundo con el otro, y no una vitrina maquillada por intereses que prefieren el silencio a la verdad.
Miguel Ledhesma

Sería importante definir que es Turismo Periodístico, de ese modo se puede interpretar mejor este interesante artículo. Saludos.
excelente